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5 consideraciones que toda persona mayor merece

 

La intolerancia frente a la vejez es otro de esos males contemporáneos que se instalaron en el mundo de manera gradual y sin saber a qué hora. De ser una fuente amorosa de sabiduría, las personas mayores pasaron a convertirse en seres con los que muchos no saben qué hacer. Al pasar de cierto número de años, muchos se enfrentan al rechazo, al olvido o al desprecio al convertirse en una persona mayor.


El ideal contemporáneo se centra en la juventud como fuente de todo bienestar. Pese a que esto es falso, muchos lo dan por cierto y actúan en consecuencia. La fortaleza física es ahora más o menos un fetiche. Una persona mayor no cabe en esa ecuación y su vulnerabilidad no es algo con lo que se quiera lidiar.

“Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario”

-Arthur Schopenhauer-

Las personas más frágiles resultan muchas veces relegadas. Así pasa con los niños, las personas mayores y los enfermos, entre otros. Los adultos jóvenes, sanos, fuertes y en pleno uso de sus potencialidades, siempre andan en busca de alguien en quien delegar la atención y los cuidados que son su responsabilidad. Ya hablemos de sus propios hijos, o sus propios padres o familiares, pareciera que no hay tiempo para ellos.

Por eso les queremos dedicar este artículo, porque con su bregar en la vida se han ganado al menos estas cinco consideraciones que vamos a detallar a continuación.

No intentes cambiar a una persona mayor

De por sí, intentar cambiar a alguien roza la falta de respeto. ¿Quién te dice a ti que tienes la verdad, la razón o la facultad para intentar algo así? Solo quien se cree mejor que otros intenta cambiar a los demás. Y el concepto de “mejor” o “peor” es extremadamente relativo y muy peligroso además cuando lo utilizamos en primera persona.

Con independencia de quien hablemos, una persona de mayor ya “ha toreado en muchas plazas”. Se ha formado sus propios criterios, acertados o no. Ha adquirido sus propios hábitos, gustos y costumbres. Nadie tiene derecho a intentar convencerla de que debe pensar o actuar de otra manera. Y, de hecho, es muy probable que por más que lo intentes, no logres que cambie de parecer. Al aceptarlos les evitas y te evitas malos ratos innecesarios.

No entres en discusiones con ellas

Puede que tu padre o tu abuelo estén convencidos de algo que a ti te puede parecer absurdo. Sus creencias religiosas o políticas podrían ser muy diferentes a las tuyas. Las personas mayores, de buena fe, a veces quieren intentar convencerte de que ellos tienen la razón.

No olvides que una persona mayor ha acopiado un gran bagaje, que no es para nada despreciable. Si piensa como piensa no es fruto de la casualidad, sino de vivencias y conocimientos adquiridos. No es una buena idea enfrascarte en discusiones inútiles para que logre entender tu punto de vista. Regálale una escucha afectuosa y respetuosa: la merece.

“Los jóvenes solo pueden entenderse entre ellos. Es muy difícil que una persona mayor escuche y comprenda a un joven”

-François Mauriac-

Apóyalas en sus intereses y aficiones

Muchas veces las personas de mayores se muestran tímidas o temerosas con sus propios intereses o aficiones. En el mundo actual, su palabra no es muy tenida en cuenta, a menos que ocupen puestos de poder. Aunque muchos se muestren aburridos o apáticos, hay otros muchos que todavía sienten que tienen mensajes que trasmitir y esos mensajes son importantes.

Puede ser la lectura, o la jardinería o incluso el deporte. Sería lindo que tú trataras de descubrir esos intereses huérfanos. Y si los conoces, o has averiguado cuáles son, vale la pena que apoyes a esa persona para que vaya más allá del interés. En el ocaso de la vida tener una afición o un interés aplicado puede ser un bálsamo extraordinario

.

Acepta sus limitaciones físicas y cognitivas sin criticarlas

Dicen que hay una prueba que todos deberíamos hacer. Taparnos los oídos con algodones, aplicar vaselina sobre los ojos y amarrar dos ladrillos a nuestras piernas. Luego, tratar de vivir así por una hora. De esa manera sabríamos cómo se siente estar en una edad avanzada. Quizás así también aprenderíamos a ser más tolerantes con las limitaciones de las personas mayores.

Si paseas con una persona mayor, camina a su ritmo y no le pidas más de lo que puede dar. Si no te escucha cuando hablas, esfuérzate tú por hablar más fuerte y claro, en lugar de recriminarle a él por no oírte. Escucha sus quejas de salud sin ofuscarte y trátalo como a ti te gustaría que te tratasen a su edad.

Pasa por alto sus manías

Algunas personas mayores pueden ser bastante caprichosas y tercas. Incluso pueden ser traviesos o desafiantes. En verdad, hay un momento en que vuelven a comportarse como niños. Y en medio de ese infantilismo tardío hay unos cuantos que desarrollan comportamientos extravagantes.

Recuerda que detrás de la manera de actuar de una persona mayor hay una razón. Están viviendo cambios muy grandes y se enfrentan a la idea de que van a morir en unos años. Sus obstinaciones y caprichos les ayudan a compensar su sentimiento de vulnerabilidad o su miedo. No le des a esas conductas más importancia de la que tienen.

Los padres o los abuelos mayores también son una fuente de sabiduría, aunque no hayan aprendido a leer y a escribir. Escucharles y pasar tiempo con ellos puede nutrir tu corazón de manera sorprendente. Acoger su vulnerabilidad te convierte en una persona mejor y le da a tu vida un sentido más profundo.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/

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